viernes, mayo 19, 2006

El duende de Zaragoza

El caso del duende de zaragoza


Durante las últimas semanas de 1934, la capital del Ebro vivió pendiente de los singulares sucesos que acaecían en una vivienda burguesa del centro de la ciudad, en el segundo piso del número 2 de la calle Gascón de Gotor. Todo empezó a mediados de septiembre cuando, a primerísima hora de la mañana "una carcajada que salía de las paredes" levantó a todo el inmueble. Al día siguiente, en el fogón de
la cocina del segundo derecha, habitado por la familia Grijalba, una voz, que surgía de las mismas entrañas de la citada cocina saludó a la sirvienta, Pascuala Alcocer. Desde ese día, la voz no dejó de manifestarse.

Al cabo de unas semanas, los habitantes del pido tuvieron que ceder ante los rumores y en una histórica escueta nota de prensa, El Noticiero de Zaragoza, en su edición del 22 de noviembre dio a conocer el suceso. Pocas horas después, cientos de vecinos se agolpaban ya a las puertas del edificio. Días después, la prensa de medio mundo reflejaba en sus respectivas ediciones los acontecimientos de lo que fue bautizado como "El duende de Zaragoza".

La "voz" era capaz de predecir acontecimientos, ver todo lo que ocurría en la cocina e incluso, de mantener conversaciones con los vecinos, agentes de seguridad y curiosos que pasaban por la cocina. El comisario Pérez de Soto inició una investigación dirigida por los jueces Luis Fernando y Pablo de Pablos. Otero Mirelis, gobernador civil de Zaragoza, impuso la censura sobre los hechos y se distribuyó la hipótesis de que la criada, Pascuala Alcocer, era la que provocaba los fenómenos mediante ventriloquia histérica inconsciente, una patología que, por cierto, no se encuentra tipificada en psiquiatría. Sin embargo, la voz se había dejado oír, en numerosas ocasiones, cuando la criada no sólo estaba ausente del inmueble, sino del edificio. Finalmente, las autoridades cerraron el asunto sin dar más explicaciones. Nunca, ni entonces ni ahora, hubo explicaciones satisfactorias a los hechos.